Nuestra Histórica de Enero es Daniela Catrileo, poetisa, feminista y filósofa de origen mapuche, quien a pesar de no criarse en el seno de la comunidad en la Región de La Araucanía, fue forjando su identidad indígena y apropiándose de ella a medida que iba creciendo y conociendo más sobre sus raíces.

Daniela Catrileo, imagen de “Mujeres Bacanas”

Actualmente integrante de la Editorial y Colectivo Mapuche Rangiñtulewfü, Catrileo ganó en 2002 el premio a la “Mejor Obra Literaria”, en la categoría “Cuento” de los Premios Literarios del Ministerio de la Cultura y las Artes, por su libro narrativo “Piñen”.

El libro que narra las historias de niños y adolescentes que atraviesan conflictos sociales y étnicos en un entorno urbano donde se materializan el racismo y la desigualdad, es una demostración de su interés por reflejar su identidad.

Lo mismo pasa con su obra audiovisual “Llekümün”. Distinguida con el primer lugar del “AX: Encuentro de las Culturas Indígenas y Afrodescendientes”, que le permitió profundizar en la memoria familiar.

Así, a medida que Catrileo fue rastreando más sobre sus raíces, fue vinculando sus obras a la experiencia propia de ser mapuche y empezó a contar los procesos políticos que se estaban llevando a cabo en el Wallmapu.

Hoy sus obras están basadas en una reinterpretación de sus vivencias y las de sus familiares. Además de ser un estudio de sus experiencias como mujer mapuche desde un punto de vista político.

ESTUDIOS

En 2007 se mudó a Santiago para estudiar en la Universidad de Artes y Ciencias Sociales, donde obtuvo su título en filosofía y educación y Estudios de Género en la Universidad de Chile.

Además,  fue becaria de la Fundación Neruda en 2011 y ganó la beca de creación literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Catrileo se interesó desde pequeña por la escritura, cuando comenzó a relatar sus anécdotas en un diario de vida. Luego, a los 10 años, se anotó en un taller de creación literaria.

Gracias a este interés, su familia siempre le regaló libros clásicos de literatura universal y una máquina de escribir para apoyarla en su labor creativa.

“Para mí la lectura y escritura eran como un hogar, un espacio en donde yo me sentía cobijada y podía crear libremente. Creo que también se da en el caso de la precariedad: tener un lápiz y un papel no es tan difícil como acceder, por ejemplo, a un piano”, detalla en una entrevista.

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