La trata de personas es una de las más graves violaciones a los derechos humanos y se posiciona como el tercer delito más lucrado después del tráfico de armas y drogas. La llamada esclavitud moderna es una de las vulneraciones más denigrantes, pues priva de total dignidad y voluntad a sus víctimas.
Según el Informe Global sobre la Trata de Personas, publicado por UNODC, durante los últimos 15 años el número de niñas y niños víctimas de este fenómeno se ha triplicado, mientras que el porcentaje de niños se ha multiplicado por cinco.
A pesar de esto, el objetivo principal de la trata de personas es el sexo femenino. En el 2018, cinco de cada 10 víctimas, eran mujeres, y dos de estas, niñas. Solo alrededor del 20% de las víctimas eran hombres adultos, y el 15%, niños.
Este estudio ubica la explotación sexual como eje principal en la trata de niñas. La cultura del consumo de sexo, reforzada por el machismo sistemático perpetúa la idea de que los cuerpos, sobre todo femeninos, son mercancía que se puede comprar y vender.
América Latina se posiciona entre las regiones con mayor cantidad de niñas y mujeres explotadas. Esta violación a sus derechos también incluye mendicidad, matrimonios forzados, actividades delictivas, adopciones ilegales e incluso extracciones de órganos.
Por otra parte, según UNODC, las principales víctimas destinadas al trabajo forzoso son niños. Habitualmente estas labores se desempeñan en lugares aislados, dentro de roles como la agricultura, construcción, pesca, minería y trabajo doméstico.
La migración como carnada
En 2019, la Brigada Investigadora de Trata de Personas de la PDI, desmanteló una red internacional entre Chile y Colombia, que traía mujeres para ejercer la prostitución en nuestro país. Según la institución, entre 2017 y 2019 las víctimas de tráfico pasaron de 27 a 376 afectados en el país.
Bajo estas cifras, es necesario resguardar dentro de la política migratoria chilena la protección a la víctima de trata, pues la inminente amenaza de infracción por haber entrado al país de forma ilegal, las detiene frente a la opción de denunciar a sus perpetradores.
El informe de UNODC detalla que a nivel mundial, el 64% de personas condenadas por el delito de trata, son hombres. El acto delictual ha logrado filtrarse en internet, donde los traficantes han articulado dos tipos de trampas: la caza y la pesca.
Chile como cortina de humo
Según la investigación sobre trata de personas realizada por la Organización Internacional para las Migraciones el 2008, Chile se posiciona como un país de origen, tránsito y principalmente, destino de víctimas de tratas.
Dentro del contexto de riesgo, las consecuencias económicas y sociales que ha traído la pandemia de Covid-19 ha aumentado la vulnerabilidad ante el tráfico humano. Como sociedad, condenamos violaciones a los derechos humanos cuando vemos rostros, sacando del panorama el millonario negocio que crece a través de este histórico abuso.
Verónica Gómez, trabajadora social y coordinadora de ObservaLAtrata, declara para Diario Concepción: “La investigación de la trata es muy compleja. No siempre se tiene cooperación de la víctima, porque está muy dañada y muchas veces sienten responsabilidad porque viajaron o se fueron a emplear a un trabajo sin saber lo que era”.
El derecho de vivir en libertad no tiene un precio, las personas no son mercancía. Sin clientes, no hay trata.
El tráfico humano se esconde, crece y camufla dentro de situaciones que son difíciles de identificar y denunciar. Algunas de las señales se evidencian cuando la víctima no administra su dinero, muestra lesiones o no controla sus documentos de identificación. El miedo, angustia y desconocer su dirección, también podría alertarte.
Si sospechas de este tipo de vulneración hacia alguna persona, puedes denunciar de forma anónima mediante llamada o vía WhatsApp a Bitrap de la PDI. El número +569 4072 9659 está disponible 24 horas, siete días a la semana.
Recuerda que puedes encontrar redes de asistencia para la denuncia de cualquier vulneración, pinchando aquí.