“Si todas las personas pudiésemos darnos cuenta de lo complejo que es salir de una relación así, yo creo que seríamos una sociedad más amorosa”, expresó Consuelo Hermosilla, Directora de Fundación Antonia.

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Has escuchado frases como Ya no uso faldas, ni pantalones cortos”, “Ahora no salgo sola a la calle de noche”, “Me cambié de trabajo, a pesar de la proyección laboral que tenía” Si la respuesta es sí, es porque las consecuencias de violencia de género se expresan en el hacer cotidiano de las mujeres, sin embargo, muchas veces pasan desapercibidas, ya que, son normalizadas.  

Los efectos de la violencia de género pueden producir cambios a corto y largo plazo en la vida de las mujeres, así como, en la forma en que se desenvuelven en los espacios laborales, socio-comunitarios, económicos y digitales, entre otros.  

Por lo tanto, las consecuencias de la violencia contra las mujeres es una de las dimensiones de aborde del Estudio Regional que se está realizando desde Fundación Antonia. Es por ello, que nos reunimos con Consuelo Hermosilla, Directora de Fundación Antonia, quién compartió los principales antecedentes sobre los cambios en la vida de las sobrevivientes de violencia de género que han pesquisado durante estos 6 años de acompañamiento profesional.  

Llegan muchas con inseguridades que adquirieron en estas relaciones. Inseguridades que muchas veces les afectan al diario vivir. Una persona, por ejemplo, que ha sido por mucho tiempo o poco tiempo, pero intenso, afectada en su yo interno, es una persona que siente que para todo tiene que pedir permiso. No sabe lo que es correcto e incorrecto. La violencia psicológica es tan fuerte, carcome el espíritu de una persona, que finalmente, después de un tiempo tú no sabes quién eres, no sabes el valor que tienes, que casi que no ocupan ningún puesto en la sociedad. 

Son personas que buscan constantemente la aprobación del otro, ya no basta con saber que soy buena para algo, necesito que me estén aprobando, porque yo realmente creo que no hago nada bien, yo creo que me equivoco siempre. Se me instaura una inseguridad a todo nivel.

Tienen una vida familiar muy acotada, es lo que les permite el agresor. Ellas se van a manejar dentro de eso. También tienen consecuencias cuando son más jóvenes, con el nivel de consumo de cualquier sustancia, alcohol o drogas, hay chicas y chicos que entran en este tipo de relaciones sin nunca antes haber consumido algún tipo de sustancias y se convierte en una adicción, porque es un punto de encuentro con el agresor.

Por otro lado, la salud se ve muy afectada, hay muchas personas que llegan con problemas de colon, con crisis de pánico, crisis de ansiedad, desórdenes alimenticios, es algo muy habitual. Pasa muchas veces que la afectación física que tienen es irreparable.  

Bueno, ahí cada terapeuta tiene las herramientas para llevar cada caso, porque siguen corrientes diferentes. Entonces, no es que nosotros como fundación les digamos que tengan que trabajar de cierta manera, cada uno ve la forma de tratamiento que tiene con su sobreviviente y depende mucho de la persona que llegue. 

Yo creo que si todas las personas pudiésemos darnos cuenta de lo complejo que es salir de una relación así, seríamos una sociedad más amorosa y ayudaríamos más a la gente que pasa por esto. Pero siento que hasta hoy somos una sociedad más bien fría, porque le dejamos mucha responsabilidad a la víctima de violencia, lo asociamos con voluntad y resulta que a esta persona se le enfermó su voluntad.  

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