• Como equipo del proyecto de investigación “Estudio sobre violencia de género contra las mujeres en la región del Biobío”, creemos que es importante conocer un poco más sobre los posibles contextos donde se puede ejercer violencia de género contra las mujeres.  

Uno de los contextos que puede ser reconocido con mayor facilidad es el espacio privado donde acontece la violencia intrafamiliar (VIF). Incluso, el análisis, “Disparidad bajo la lupa: una radiografía de las brechas de género” realizado por el Centro de Estudios de Públicos (CEP) en el año 2020 lo confirma en sus resultados cuando un 21,7% de las mujeres declaró haber vivido este tipo de violencia por parte de sus parejas o exparejas. 

Sin embargo, el caso anterior es sólo un tipo de los posibles contextos donde puede ocurrir violencia de género contra las mujeres, ya que, esta problemática social y transversal puede manifestarse en diversos espacios de la vida cotidiana. 

Una arista que nos interesa reconocer porque “el contexto ha permitido comprender mejor las violaciones a derechos humanos alegadas, su impacto en la o las víctimas y, por consiguiente, la procedencia de algunas medidas de reparación”, explica Hilda Vargas Cancino en la publicación “Violaciones, derechos humanos y contexto: herramientas propuestas para documentar e investigar”. 

Entonces, algunos contextos documentados y/o tipificados en legislaciones en Latinoamérica donde ocurre violencia contra las mujeres serían los contextos intrafamiliar-doméstico, educativo, laboral, deportivo, estatal-institucional, centros de privación de libertad, mediático, digital, público-comunitario, salud, situaciones humanitarias-emergencias, calles y parques, transporte de uso público, mercados y los espacios de recreación, según indican los estudios de OXFAM Internacional en el año 2018 y la revisión de la Articulación Regional Feminista en año 2022. 

De esta manera, durante el mes de junio como parte de la campaña comunicacional del Estudio de Fundación Antonia y tras una revisión de los diversos tipos de contextos, decidimos caracterizar los siguientes: 

Contexto digital 

Se define por el espacio virtual personal y común que deriva de las plataformas digitales, las que pueden responder a un uso recreativo y/o comunicativo, ocupando gran parte de nuestro tiempo. 

En el contexto digital, también se desarrolla nuestra vida cotidiana, con la posibilidad de darles acceso a personas que muchas veces no conocemos, transformándose en un espacio de vinculación que no es neutral y puede llegar a amplificar sesgos de género que deriven en el ejercicio de alguna manifestación digital de violencia contra las mujeres. 

Por lo tanto, lo virtual es real y la violencia ejercida en este contexto tiene efectos en la integridad física, psicológica y social, según lo señalado por Valentina Luza Carrión, directora de Comunicaciones de ONG Amaranta, “pudimos evidenciar principalmente con proyecto Aurora, que gran parte de las personas que dijeron haber sentido o vivido violencia digital, después manifestaron expresiones físicas o estados de ánimos, su autoestima fue mermada, tuvieron cefalea, dolores de cabeza o derechamente algunos decidieron abandonar el espacio digital”. 

Contexto privado 

Los espacios de una casa o departamento pueden reconocerse como parte del contexto privado, pues son ejemplos del espacio íntimo dónde se desarrollan las relaciones familiares, de pareja y/o amistad.  

Es decir, serían aquellos lugares en que se comparte de manera voluntaria el espacio íntimo-personal, lo que en ocasiones puede hacer difícil evidenciar la violencia contra las mujeres que ocurren en este contexto, puesto que, “tiene que ver de repente con miradas de coerción, que hacen que una persona se cohíba dentro del contexto de relación o puede ser también desde el silencio que te genere algún tipo de situación conflictuante. Limitar a una persona en algún acto futuro que intenta realizar”, explicó Marcy-Lu Sandoval Cruces, Psicóloga de Fundación Antonia.   

Contexto público 

Correspondería al espacio común de la vía pública y el personal compartido de manera transitoria y por razones prácticas con otras personas con quienes se tiene una relación previa o no, tales como, una calle, el transporte público, ascensores, salas de espera de oficinas públicas o privadas, la fila del supermercado (entre otros). 

Cabe señalar, que en este contexto ha sido evidenciada la manifestación de acoso callejero o abuso sexual callejero, los cuales son actos de violencia que afectan a las mujeres y a personas disidentes sexuales.  

Por ello, la importancia de hablar de esto porque “las personas perciben a través de la legalidad y de las normas que estas situaciones no son normales, pero cuando no hay una normativa que regule la violencia en todos sus ámbitos, se diluye un poco la responsabilidad, la fuerza del actuar”, puntualiza Javiera Morales Castellan, Abogada de CORAFEM.  

Además, agregó que, “por eso, es súper importante relevar que no basta con normativas, sino que tenemos que hacernos cargo e implementar espacios seguros para mujeres, ordenanzas municipales y mapeo feminista”.  

La violencia de género contra las mujeres se manifiesta continuamente en la cotidianidad y en variados contextos, inclusive de forma simultánea, mediante prácticas sociales que se (re)ajustan permanentemente. Es por esta razón, que la posibilidad de reconocerlos nos permite tomar una posición y actuar en cada momento que nos sea posible, en función de contribuir con el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia.  

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