
Las medidas preventivas y de control tomadas debido a la contingencia sanitaria por la pandemia del Coronavirus llaman a el aislamiento y el distanciamiento social, pero ¿Qué pasa cuando quedarse en casa significa sufrir violencia reiterada?
La violencia de género es una realidad que ha estado presente históricamente y que el encierro para prevenir el Covid – 19 nos ha visibilizado. Sin ir más lejos, el flujo de llamadas al Fono 1455 del Ministerio de la Mujer recibió 2.197 llamados durante marzo, un 40% más que en febrero. Y esta semana, en la comuna de Providencia aumentaron en un 500% las denuncias por violencia intrafamiliar.
A mediados de marzo, ONU Mujeres advirtió que una de las consecuencias del confinamiento doméstico es la violencia de género, situación que para esa fecha ya se había incrementado en China, Italia, Francia y Corea del Sur.
En Chile, ocurren 130 mil casos de violencia intrafamiliar (VIF) al año. Hasta la fecha, según las cifras de la Red Chilena Contra la Violencia, se han perpetrado 16 femicidios durante el 2020. Siete de ellos ocurridos desde que comenzó el estado de catástrofe por la pandemia.
El llamado generalizado es a quedarse en casa, pero ¿Qué pasa cuando quedarse en casa significa sufrir violencia reiterada?
En muchos casos, la cuarentena significa estar 24/7, de manera permanente con el agresor. Lo que resulta en un riesgo constante de sufrir violencia reiterada, grave y crónica. La convivencia bajo el mismo techo muchas veces propicia el aislamiento de las mujeres y el sometimiento de los agresores tiende a intensificarse.
Paz Carmona, sicóloga de Fundación Antonia considera que el aumento de la violencia y por lo tanto, las denuncias, se explica principalmente por la cantidad de tiempo, que de manera obligada deben pasar las víctimas con sus agresores debido a la cuarentena.
“Factores externos que antes había como, por ejemplo, laborales o sociales, los cuales permitían que pasaran más tiempo alejados, ya no están. Esto sumado a otros factores que aquejan a los agresores: el abuso de sustancias como alcohol y drogas, el descontrol de impulsos, la ira, la impaciencia, etc.“ agregó.
Las recomendaciones a nivel país son: aislamiento y distanciamiento social. Ambas, agravan la situación de personas que sufren violencia. A medida que hay más proximidad física, las probabilidades de una agresión aumentan considerablemente, por lo que este el escenario ideal para un agresor, ya que busca que su víctima no mantenga contacto con personas que puedan ver lo que está haciendo y prestarles ayuda.
Si vivo con mi agresor, ¿En qué momento busco ayuda?
¿En qué momento me comunico con mi red de apoyo?
Para dar ejemplo de esto, otra voluntaria de Fundación Antonia nos relata de qué forma atiende a una de sus pacientes que vive con el agresor. “Trató de estar pendiente cuando me habla y buscamos juntas una forma de que el agresor no se dé cuenta que está conversando conmigo. Hablamos por clave, pero hemos encontrado formas para que ella pueda manejar la situación dentro de lo que se puede”.
El confinamiento ha encerrado a los agresores en el lugar equivocado. Con respecto al tema, Consuelo Hermosilla, Directora de Fundación Antonia explica: “Si ya es difícil que una persona que sufre violencia denuncie, hacerlo con el agresor viviendo de forma permanente en la misma casa agrava el problema”.