“Siento la necesidad de responder y ayudar a los cientos de personas que sufren de violencia y que confían en nosotros”.

María Consuelo Hermosilla nació el 12 de febrero de 1967 en la ciudad de Talcahuano. En 2017, con la muerte de su hija Antonia Garros de 23 años, creó Fundación Antonia, que busca, como principal objetivo, erradicar la violencia en el contexto de relaciones informales de pareja.

Como directora de esta ONG, que acompaña a víctimas de violencia en el proceso de desvinculación con sus agresores, destaca el compromiso de cada uno de los voluntarios que participan en ella.

Es por esta labor y nuestra admiración hacia Consuelo, quien transformó el dolor por el suicidio de Antonia en un proyecto que ayuda a tantas personas, que queremos destacarla en nuestra sección #Históricas en el mes de su cumpleaños.

“Yo soy una soñadora y agradezco encontrar gente que también lo sea y sea tan comprometida. Aquí todo es por convicción”.

Desde el inicio

Consuelo es la única mujer de cinco hermanos y la menor de ellos. Sietemesina, nació después de la trágica muerte de Jaimito, quien era el menor de los varones, suceso que marcó para siempre a su familia.

De familia muy esforzada – su padre Francisco Hermosilla nació en Curacautín y su madre Carmen Gonzalez en Nacimiento – Consuelo admira profundamente el esfuerzo de su padre, quien falleció en junio de 2021.

Consuelo Hermosilla.

“Mi papá es y siempre será el hombre más importante de mi vida. Desde muy niño salió a trabajar para ayudar a su familia, eran muy humildes, y todo lo que tuvimos fue a punta de su esfuerzo. Quería ser un buen proveedor y así fue”.

A Concepción

Al momento de iniciar la enseñanza media, Consuelo y su familia se mudaron a Concepción, donde vive actualmente con Rosario y su madre. Su paso por el colegio lo describe en una palabra: “Desordenada”. 

Consuelo Hermosilla.

“Era mala para el colegio, a mi mamá le daba vergüenza ir a mis reuniones. Ahora yo me auto diagnostico déficit atencional, porque soy muy dispersa” .

Aunque estudiar no era lo suyo, afirma que su sentido social por ayudar al otro siempre estuvo muy desarrollado, algo que también vio en sus hijas Antonia y Rosario desde muy pequeñas.

“Yo siempre miraba qué le podía faltar a otro niño y llegaba a la casa, lo buscaba y se lo llevaba. La Anto era igual, generosa con sus cosas para los otros”.

antonia

Antonia llegó a la vida de Consuelo cuando tenía 26 años. Rosario lo haría dos años después. Ser mamá cambiaría su vida, pese a no haber planificado esos embarazos, afirma que fue una espera feliz, marcada por una maternidad responsable.

Antonia y Rosario pequeñas.

El 07 de febrero de 2017, con la muerte de Antonia, la vida de Consuelo cambiaría rotundamente. Casi de inmediato, decidió crear esta Fundación. Nunca se le pasó por la mente que lideraría una ONG como ésta.

“Estoy segura que la Anto cuando nació ya venía con este propósito en su vida, sacudirme, y decirme ‘tienes que trabajar en esto, para que lo que me pasó a mi, no siga ocurriendo”.

A cinco años de su partida, Fundación Antonia no sólo ha logrado acoger a muchas mujeres, sino también concretó uno de sus proyectos emblemáticos en donde se consigna el 7F como el Día Nacional Contra la Violencia en el Pololeo.

“La Antonia era una entusiasta de la vida y hoy me sigue enseñando. Me enseñó a querer, a ser mamá, a no castigarme tanto y a ser generosa, a dar amor de forma desmedida. Si bien ella no amó de manera sana a quien fuera su pareja, sí lo amo mucho”.

FUNDACIÓN ANTONIA

Hoy, a sus 55 años, Consuelo sigue liderando la fundación y de vez en cuando, practicando repostería, uno de sus pasatiempos.

“La Fundación y mi hija Rosario son mi razón de existir, y yo me levanto todos los días por esto. Y a la Anto siempre la siento conmigo”.

A largo plazo, afirma que uno de sus sueños es que exista la primera casa de acogida “Fundación Antonia” y luego, muchas sedes a lo largo del país para seguir acogiendo a mujeres que sufren de violencia.

Rosario y Consuelo – Fundación Antonia

“Me gustaría que sigamos encontrando gente comprometida, cariñosos, empáticos, no juzgadores, ni indiferentes ante el dolor del otro, y que si un día yo no estoy, esto siga funcionando con ese mismo sello que nos caracteriza”.

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